Antes de salir hacia el este quería plasmar la ruta que hice por las comarcas valencianas igual que hice con la ruta por Italia del verano. De entrada para poder recordarlo yo de aquí a un tiempo y ver cómo fue la primera prueba que hice con todo el equipaje, pero también como agradecimiento a las personas que me han ayudado y me han acogido en esta primera aventura.
Dicho esto, la idea inicial era bajar en tren hasta Valencia y des de allí empezar a pedalear hacia el interior de las comarcas valencianas, continuar por Albacete, cruzar la sierra de Cazorla y bajar hacia Jaén y todavía más hacia el pueblo de mis tíos cerca de Antequera. Me hacía ilusión hacer esta ruta de entrada para ver a mis tíos y pasar unos días con ellos que hacía mucho que no los veía, Por otro lado, también me apetecía mucho cruzar la sierra de Cazorla porque todo el mundo me ha hablado maravillas. Y por último la «vía verde del aceite» pasado Jaén también me llamaba la atención porque atraviesa pueblos muy bonitos como Zuheros. Al final no pudo ser, tanto el tiempo como la ineficiencia del transporte público, sobretodo de Renfe, hicieron que tuviera que cambiar la ruta e inventarme una completamente nueva. Por la zona de Valencia también tenía que llover pero no llegarían las tormentas que cruzaban Cazorla y la zona de Andalucía. A continuación os explicaré en detalle como fue todo.
El sábado 4 de diciembre preparé todo para salir pronto el domingo 5 desde Sabadell y poder así coger el único tren regional de Barcelona a Valencia donde poder subir la bici con las alforjas sin tener que desmontarla y guardarla en una bolsa. Como ya he dicho antes, Renfe no lo pone nada fácil si quieres viajar con la bici, parece que te obliguen a usar el coche o volar. Parece que no sepan como funciona en otros países europeos como Alemania, Suiza o Austria donde es muy fácil subir la bici al tren para hacer largas distancias. Por no hablar de las estaciones de tren donde para poder pasar por las máquinas para validar el tíquet tienes que quitar las alforjas cada vez o de los ascensores donde una bici no cabe físicamente. Vaya, una odisea nada más empezar y a als 7 de la mañana, pero lo conseguí gracias a mis padres, fue por poco.
La odisea continuó en Barcelona para ir desde plaza Cataluña a Sants. Una vez en el tren dirección Valencia y con la bici ya dentro pude descansar. Me esperaban 5 largas horas de trayecto.
Al llegar a Valencia di una vuelta por el casco antiguo con la bici y luego pasé a buscar las llaves de casa de Maria a su hermana. Contacté con Maria por Warmshowers, una plataforma increíble que conecta ciclistas de todo el mundo de forma desinteresada con la intención de compartir experiencias. Aceptó acogerme en su casa y así fue. Ella se había ido de excursión durante el día y ya me había comentado que llegaría tarde. Yo decidí subir la bici y las alforjas solo hasta el segundo piso por unas escaleras estrechas. Me servirá de cara a futuras experiencias pensé. Y després de sudar muchísimo y con los brazos muy cansado lo subí todo. Ella llegó al rato y flipó. Me cayó genial desde el principio y hablamos de mil cosas. Tiene proyectos muy interesantes para promover la bicicleta como medio de transporte y como vehículo integrador para personas migrantes. Gracias por todo y por la cena Maria, te debo una! Por la noche modifiqué la ruta del día siguiente siguiendo los consejos de Maria y desviándome por la Albufera para verla toda inundada y fue todo un éxito. El lunes 5 a la salida de Valencia me encontré a Cécile, una mujer holandesa de unos 60 años que estaba recorriendo España y sus vías verdes. Le daba más caña que yo y me cansó bastante siendo el primer día, pero siempre se agradece tener compañía y buen rollo. Espero que le vaya genial! Ella seguía bajando por la costa y yo me desvié hacia el interior dirección Alzira, Carcaixent y acabando en Xàtiva.
Como se iba haciendo tarde, decidí acampar poco después de Xàtiva cerca de un campo de naranjos, y cuando ya tenía la tienda de campaña montada empezó a lloviznar y tuve que cenar cous-cous frío dentro de la tienda que siempre te salva de cualquier lío. Continuó lloviendo durante toda la noche y sobre las 2 me despertó música de parkineo que venía de no muy lejos. Por suerte pararon una hora o así más tarde, pero la lluvia no paró. Al día siguiente se me planteaba un dilema: o seguir acampando con el riesgo de que me viera alguien o irme cagando leches. Opté por la segunda, pero bajo la lluvia la tienda acabó empapada. Por suerte el resto de cosas no se mojaron y me facilitaron la faena. Decidí poner la tienda en bolsas de basura y tirar hacia la estación de Xàtiva para ver qué hacía con el viaje.
Aquél fue el punto crítico, el momento de tomar una decisión. Allí me di cuenta de la previsión de lluvia y tormentas que había para los próximos días en Cazorla y después de enfadarme con la gente de la estación de Xàtiva por no dejarme subir la bici en ningún tren que fuera hacia Albacete, decidí replantear la ruta y descubrir las comarcas del interior de Valencia. Confirmado, subir la bici en un tren en España es una pesadilla.
Tenía que encontrar donde dormir y acampar no era una opción con la tienda empapada como estaba. El problema era que en las comarcas del interior de Valencia no hay casi nadie activo en las aplicaciones donde la gente se ofrece a acoger a viajeros como Couchsurfing, Trustroots, Couchers o Warmshowers. Así que tocaba buscar algún hostal y pasar por caja. Al ser temporada baja, pero al mismo tiempo caer en puente, la oferta era escasa. Encontré el único hostal disponible relativamente cerca en Moixent, el Hostal la Batuta. La verdad es que me salvó la vida y la mujer que lo llevaba me dejó tender la tienda empapada en el patio de casa de sus padres. En la habitación también lo extendí todo para que se aireara y me fui a cenar a la única taberna abierta de todo el pueblo aquella noche. Aproveché para escribir a gente de Ontinyent, Alcoi y gandia, pero solo hubo suerte con la última.
Quedaba una etapa demasiado larga si quería llegar a Gandia al día siguiente, así que decidí hacer una parada intermedia en Ontinyent donde reservé una casa rural en el casco antiguo, la casa de la Vila. Como sabía que me esperaba una etapa bastante corta al día siguiente, aunque con un puerto de buena mañana, aproveché para dormir mucho y levantarme con la calma. Fui a recoger la tienda que ya estaba mucho menos mojada y puse rumbo hacia Ontinyent. Me esperaba un puerto con pendientes constantes entre el 8 y el 10% para empezar el día, pero como siempre pasa cuando subes, las vistas valen la pena y el paisaje te lo recompensa.
Después de los bosques de pinos llegaron los viñedos llenos de conejos y es que en esta zona de Valencia hacen mucho vino. Tocaba seguir subiendo hasta Fontanars dels Alforins y después una larga bajada hasta Ontinyent. Antes de ir hacia el centro de Ontinyent decidí ir al Pou Clar, una zona de pozas naturales preciosa y muy tranquila en esta época del año. Me planteé ir a Bocairent pero estaba oscureciendo y hubiera sido un error, aún siendo un pueblo precioso. Hay una subida infernal y la ruta del día siguiente hasta la playa ya era suficientemente larga.
Dejé la tienda tendida en el comedor de la casa que estaba vacía y era toda para mí, y mientras estaba bajo la ducha escuché una banda y el sonido inconfundible de la dulzaina. Eran las fiestas de la purísima de Ontinyent y había música y danzas de figuras y gigantes en la calle. Decidí hacer la ducha a toda velocidad y bajé a la calle a seguir la fiesta. Fue muy bonito, sobretodo ver las dulzainas en su hábitat natural, ver a la gente bailar y pasárselo en grande. Cuando acabó todo fui a cenar a un restaurante chino porque me apetecía mucho comer pato frito y acabé totalmente lleno.
Di un paseo nocturno por el casco antiguo, pero tocaba ir a dormir pronto de nuevo que al día siguiente me esperaba una etapa larga hasta la playa a casa de Aina que aceptó acogerme de buen grado. Al día siguiente me levanté temprano, pero no tenía nada para desayunar y encontrar una panadería abierta fue toda una odisea siendo fiesta. Mientras buscaba una panadería abierta me crucé nada menos que con 5 gatos negros, pero yo me lo tomé como una señal de que todo iría sobre ruedas aquél día.
Con el estómago lleno tocaba subir hacia Alfarrasí y la niebla hizo acto de presencia. A la salida de Ontinyent, las vistas de la sierra de Mariola eran espectaculares.
Al llegar a Bellús tocaba desviarse por una pista hacia la Cova Negra dirección el Genovés. Unos ciclistas de VTT ya me habían advertido de que era más bien una pista de senderismo y que fuera con cuidado, y efectivamente razón no les faltaba. Estaba todo lleno de piedras grandes y además se puso a llover, pero con calma con esta bici todo es posible. Tocaba seguir subiendo hasta Barxeta y con la misión imposible de encontrar un sitio donde comer un día festivo. Después de preguntar a varias personas, me dijeron que la única opción era el restaurante del polideportivo camino a Simat de la Valldigna. Me sablaron 7 euros por un bocata y un agua grande, pero con la barriga llena y cargado de agua comencé el ascenso del puerto entre Barxeta y Simat. Un ascenso tranquilo y sin tráfico con pendientes entre el 5 y el 8%.
Las vistas eran preciosas y la bajada muy larga hasta Simat. Allí decidí ir a ver el monasterio de Santa María de la Valldigna y lo que me encontré me dejó perplejo.
El hecho de que esté en ruinas lo hace todavía más misterioso. Os recomiendo ir si estáis por la zona porque las fotos no hacen justicia a la atmosfera que se respiraba alrededor del monasterio.
Después del monasterio tocaba seguir bajando por Tavernes de la Valldigna, que es el pueblo donde se hace el Festivern, hacia la playa, concretamente a Xeraco que es donde vivía Aina. A ella le encanta la antropología, de hecho la ha estudiado, y la música tradicional de todo el mundo, sobretodo la balcánica y me dijo que aprovechara el viaje para descubrir la música tradicional de los balcanes que es preciosa. Estuvimos hablando mucho rato pero tocaba ir a dormir pronto que al día siguiente tocaba madrugar. Aún siendo Valencia una ciudad enorme y con mucha gente dispuesta a acoger a viajeros, nadie me pudo acoger la noche siguiente, así que decidí dar la ruta por finiquitada y largarme porque tanto la tarde del día siguiente como el otro tenía que llover mucho. Por eso decidí coger el tren regional hacia Barcelona del día siguiente que salía a las 4 de la tarde. Eso significaba que me tenía que levantar pronto para llegar a Valencia antes de las 4 y me esperaban 70 kilómetros.
Salí pronto por la mañana por las marjals dirección Cullera donde hice una parada técnica para desayunar como dios manda. Después continué hacia el norte por la Albufera de nuevo que estaba todavía más bonita que en la ida. Varios caminos estaban cortados debido al hecho que estaba inundada, pero siempre hay un camino para llegar a los pueblos más grandes.
Tocaba darle caña a los pedales para llegar a Valencia y una pareja de abuelos en bici eléctrica que me avanzó llegando a Valencia fue la motivación que necesitaba. Llegué a la estación de Valencia antes de lo previsto, pero desafortunadamente no conseguí avanzarme a la lluvia que vino a saludarme los últimos kilómetros. En la estación del nord de Valencia todo era un caos porque había varios trenes con retraso y als colas eran inmensas. Por suerte, mi regional fue puntual y en «solo» 6 horas llegué a Barcelona a las diez de la noche. Solo quedaba coger otro tren y llegar a Sabadell.
Aún habiendo tenido que cambiar la ruta a medio camino y haber tenido que acortarla, creo que tomé la decisión correcta. Llovió mucho por el sur y aunque la intención era probar todo el material, incluido el de lluvia, ya tuve la ocasión de hacerlo. Tampoco hay que ser masoquista y ya tendré muchos días de lluvia durante el viaje hacia el lejano oriente. Me doy por satisfecho y estoy muy contento de como ha ido todo. Me he sentido muy cómodo sobre la bici y bastante bien a nivel físico, así que no puedo pedir más. Ahora toca revisar el inventario y organizar mejor las alforjas, aunque eso irá evolucionando constantemente a medida que haga más kilómetros sobre la bici.
La verdad que ha sido una gran idea hacer este viaje previo a irme lejos. Así he podido prpbar casi todo el material y me ha servido para darme cuenta de lo que pudiera faltar. La mayoría de material todo un éxito, veremos si opino lo mismo de aquí a unos meses. Y la bicicleta un espectáculo. Con muchas ganas de comenzar esta nueva aventura y de ver mundo.
Hasta pronto!
🙋♀️Soy Conxa de la Clínica Sant Felix, tu madre me ha facilitado tu web para seguir tus aventuras.Creo que eres muy valiente,te seguiré con emoción.
Un abrazo