Bosnia y Hercegovina: el valor del agua

Retomaré el viaje donde lo había dejado, cruzando la frontera hacia Bosnia y Hercegovina. La primera frontera de verdad, ya que no forma parte de la UE. Me tuvieron 20 minutos esperando para echarle un ojo a la documentación pero no fue ningún problema, supongo que con otros pasaportes hubiera sido mucho más difícil.

Cruzando hacia Bosnia

Camino de Mostar hay un carril bici (Ciro Trail) que transcurre por la otra banda del río Neretva siguiendo las antiguas vías del tren y lejos de los coches. Justo antes de llegar a Mostar empezó a diluviar y acabé empapado. Por suerte, llegué al hostal y Miran me trató como uno más de la familia desde el principio. Luego salí a dar un paseo por la ciudad y me encandiló.

Por las callejuelas de Mostar

Tiene una atmósfera especial que no había visto hasta ese entonces durante el viaje y mucha vida por las calles y vacía de turistas en esta época del año.

En medio del puente de Mostar

Pero llena de gatos callejeros por todas partes.

Gatos en su mesa favorita

Hay agua por todos lados, y es que se nota mucho la influencia otomana. No solo por las mezquitas, que también, sino también por la importancia que le daban al agua tanto de los ríos como al hecho de tener fuentes por las calles para todo el mundo.

Mostar y sus rincones

Y tiene rincones preciosos para contemplar el puente tan característico. De hecho, durante la guerra de Bosnia fue bombardeado y destruido por parte de los militares croatas. Después del asedio de la ciudad por parte de los serbios, los croatas quisieron aprovechar la situación para controlar Mostar y para hacerlo creyeron que era de vital importancia destruir el puente debido a su función estratégica.

El famoso puente de Mostar desde lejos

Al día siguiente hicimos el tour de la región con Miran y otra gente que estaba en el hostal. La primera parada fue el monasterio Dervish (Tekke) de Blagaj, situado en el nacimiento del río Buna. De hecho, no se sabe exactamente de donde viene exactamente el agua del río pero de dentro de la montaña seguro. En Turquía descubriré más cosas sobre la doctrina Dervish.

El monasterio Dervish (Tekke) de Blagaj

La segunda parada fue en el pueblo de Pocitelj, donde después de la guerra de Bosnia la mayoría de los habitantes fueron asesinados o tuvieron que huir. Hoy en día vive muy poca gente pero durante la primavera se llena de artistas y artesanos. Ahora en invierno está bastante vacía.

Por las callejuelas de Počitelj

Es muy curioso porque combina mezquitas con una muralla defensiva más bien cristiana.

La muralla de Počitelj desde el castillo

Las vistas desde los dos castillos son una pasada y pasear por sus callejuelas te transporta a la edad media.

Vista de Počitelj desde el castillo

Hicimos una foto de equipo antes de irnos con Miran.

Foto de equipo con Miran

La tercera parada fueron las cascadas de Kravica. Como ya indica el título del artículo, el agua es el bien más preciado que tiene Bosnia y Hercegovina en mi opinión. De cara al futuro deberían protegerlo o sino vendrán los países más ricos y sacarán provecho de ello como siempre. Quizás en ese momento la UE aceptará que Bosnia y Hercegovina forme parte de la misma. Dicho esto, es un enclave muy particular y espectacular ya en invierno. En primavera debe ser una pasada con todo verde alrededor.

Miran en las cascadas de Kravica

Subimos a comer al mirador de Fortica desde donde los serbios empezaron a bombardear Mostar al inicio de la guerra de Bosnia. Hoy en día por suerte solo quedan las vistas que son preciosas desde arriba. De camino, Miran me hizo descubrir un grupo de Sarajevo que me gustó mucho, Kultur Shock.

Las vistas de Mostar desde el mirador de Fortica

Miran recogió después de la guerra algunos de los misiles que se utilizaron y la verdad es que dan miedo. Se hace difícil pensar que solo han pasado 30 años de todo esto.

Misiles que recuerdan lo que pasó en Bosnia

Al bajar a la ciudad Miran nos explicó un poco sobre como lo vivió él en primera persona desde dentro, ya que él participó en la guerra. Fue muy intenso pero muy interesante y le estoy muy agradecido por haberlo compartido con nosotros.

Uno de los varios edificios en ruinas en Mostar

Por suerte, hoy en día los edificios dañados se van renovando poco a poco y algunos tienen graffitis de artistas reconocidoss en sus paredes, revitalizando así un poco el barrio donde había la línea del frente.

Uno de los graffitis que dan vida al barrio

Por la noche fuimos a cenar fuera con Alban, un chico francés que conocí en el hostal. Nos pusimos las botas.

Un platazo de carne a la parrilla y un pan delicioso

La verdad es que Mostar es preciosa de noche. Fuimos a tomar unas cervezas al Craft Beer Garden Imaimoze y lo recomiendo mucho.

Mostar de noche con el Craft Beer Garden Imaimoze

Volviendo al hostal hice una foto parecida del puente pero esta vez de noche.

El famoso puente de Mostar desde lejos ahora de noche

Al día siguiente tocaba levantarse pronto para ir con el tren hacia Sarajevo. Cerca del hostal vi el graffiti de una flor que me sonaba y resulta que era de Werens, que es un artista de Sabadell, mi ciudad.

Una flor de Werens por Mostar

El trayecto en tren entre Mostar y Sarajevo es uno de los más bonitos que he hecho nunca, aún tratándose de un día nublado de marzo, y mira que en Suiza cogí bastante el tren. Supongo que en primavera debe ser aún más bonito pero pierde el componente nieve. También es noticia el hecho de encontrar un tren en los Balcanes. Era el primer tren de pasajeros que veía desde Eslovenia y probablemente el último hasta Grecia.

Las vistas desde el tren entre Mostar y Sarajevo

En la estación de Sarajevo me sorprendió una publicidad de CocaCola enorme dentro de una estación de tren comunista.

El anuncio de CocaCola en la estación de Sarajevo

Desde el primer momento me quedó claro que Sarajevo había sufrido mucho durante la guerra de Bosnia y es que también fue asediada junto con Mostar. Y un graffiti recordando la masacre Srebrenica, donde asesinaron a más de 8.000 personas , me dio la bienvenida.

Graffiti recordando la masacre de Srebrenica

Por Sarajevo hice un tour de la ciudad con Adis, que nació en Sarajevo y vivió la guerra cuando era pequeño. Además era el 8 de marzo, el día de la mujer trabajadora y en Bosnia y Hercegovina se celebra regalando flores, pero no me quedó claro si las mujeres hacían huelga, diría que no. Eso sí, en la plaza principal de la ciudad se congregaron muchas mujeres.

La plaza Baščaršija en Sarajevo

Empezamos dando un paseo por la calle de la ciudad donde están la mayoría de artesanos que trabajan con el cobre. Hacen desde recipientes para hacer el café bosnio hasta piezas de arte. También reciclan morteros de la guerra para hacer paragüeros u otros objetos y les dan otra vida. A veces parece que estés en Istanbul y otras en Viena, es curioso.

La calle de los artesanos del cobre (Kazandžiluk) en Sarajevo

Paseando por el río Miljacka llegamos al puente donde un joven anarquista serbio asesinó a Franz Ferdinand, que era el herdero al trono del imperio austrohúngaro el año 1914. Ello desencadenó una serie de acontecimientos que supusieron el inicio de la Primera Guerra Mundial.

El puente cerca del cual asesinaron a Franz Ferdinand

También se pueden ver las ruinas de un antiguo caravanserai, al lado del bazar, donde los viajeros comerciantes que pasaban por Sarajevo podían dormir de forma gratuita. Seguramente vea alguno más en mejor estado por Turquía, Armenia o incluso en Irán si acabo yendo.

Las ruinas del antiguo caravanserai al lado del bazaar

Al otro lado del caravanserai se puede ver uno de los edificios que más me llamó la atención en Sarajevo.

Uno de los edificios más particulares de Sarajevo

Y es que era un edificio residencial bastante particular y con muchos graffitis.

El interior del edificio lleno de graffitis

Para comer me dejé aconsejar por un amigo de Adis que trabajaba en un restaurante de comida tradicional y la verdad es que acertó completamente. Me recomendó que probase el Klepe, una especie de dumpling o ravioli relleno de carne y cebolla. También probé el Sarma, carne mezclada con bulgur y hierbas y enrollada dentro de una hoja de vid. La verdad es que estaba todo muy rico.

El plato con Klepe (a la derecha) y Sarma (a la izquierda y oscura)

Después tocaba volver hacia Mostar en tren y esperar que el ambiente por las calles estuviera tranquilo ya que había derbi entre el Velez Mostar, el equipo de los antifascistas mayoritariamente bosnios, y el Zrinjski, el equipo de los croatas mayoritariamente fascistas. Y las calles estaban llenas de pintadas y murales. Por suerte, cuando llegué a Mostar se estaba jugando todavía el partido y la cosa estaba tranquila.

Un mural de la armada roja, los ultras del Velež Mostar

Estuve algún día más por Mostar pero estuvo lloviendo y aproveché para descansar y preparar la continuación del viaje. Al hostal llegaron Doga y Andre. Él alemán y ella turca, de Istanbul, quizás nos volvemos a ver. También Huan, de China y me dio varios consejos para China y Vietnam que los conoce bien.

También fuimos a cenar con Taso, que es la pareja de una amiga de Ari, la Valentina. Él también tiene un hostal en Mostar pero estaba cerrado todavía y abría en Abril. Fuimos a cenar a un bar y el camarero nos empezó a invitar a cervezas porque no se creía que hubiera llegado hasta allí en bici. Le estoy muy agradecido a Taso por como es, su compañía y sus consejos.

Al día siguiente tocaba poner rumbo hacia Trebinje. Me despedí de Miran y le prometí que nos volveríamos a ver. Para llegar a Trebinje había que volver a seguir el Ciro Trail hasta casi la frontera con Croacia. A medio camino me encontré a Annika pedaleando dirección Croacia. Ha venido a Mostar de Erasmus pero es de Austria y tenía que hacer unas gestiones en la frontera. Me animó el día compartir unos kilómetros con alguien y charlar.

Vistas del lago Svitavsko en el parque de Hutovo Blato entre Mostar y Trebinje

Camino a Trebinje las vistas eran un espectáculo. No había casi coches y pasé por pueblecitos muy pequeños. La idea era acampar en un lago a medio camino entre Mostar y Trebinje. Cuando llegué todavía estaba la pastora con sus ovejas y cuando se fue planté la tienda. Era de noche antes de las 18 y a las 20 ya estaba durmiendo. Hizo mucho frío durante la noche y también por la mañana desmontando la tienda, pero valió la pena. El sol matinal me dio la vida.

Acampado en el lago Vrutak pasado el pueblo de Hutovo

Al día siguiente mientras desayunaba volvió a pasar la pastora con las ovejas y me saludó. Tuve que volver hacia atrás porque iba corto de agua y un pastor belga casi me ataca, la enésima vez ya. Las vistas durante todo el día fueron una pasada, eso sí.

Las vistas por el Ciro Trail camino de Trebinje

Pasé por bastantes pueblos abandonados después de la guerra imagino.

Pueblo abandonado camino de Trebinje

Había algunos carteles avisando sobre las posibles minas que podía haber todavía, sobretodo en las zonas más rurales. Y es que se ha hecho mucha faena para limpiar las minas de la guerra, pero todavía hay zonas peligrosas.

Señal avisando del peligro de minas terrestres

Me encontré ovejas, vacas e incluso caballos cortando la carretera. Suerte que todos estaban tranquilos, lo más importante es tener confianza en uno mismo.

Caballos cortando el paso

Poco antes de llegar  Trebinje, donde me acogían Jana y Gordon, decidí desviarme para ver un monasterio ortodoxo, ya que tenía tiempo de sobras, mala decisión. Era un camino lleno de piedras y zarzas y además el monasterio estaba cerrado. Llevaba poca presión en las ruedas y unas cuantas espinas de zarza se clavaron en la cubierta de la rueda, en el neumático, y una me hizo pinchar. Primer pinchazo del viaje y poco antes de hacerse de noche, tocaba darse prisa. Encontré la espina que me hizo pinchar y la saqué, pero el resto fueron imposibles de sacar. Por suerte, llegué a Trebinje antes que oscureciera. Allí me esperaba una ducha caliente y me acogieron muy bien desde el principio.

Jana hizo un viaje de 3 años en bici hará unos 10 años y fue muy interesante poder hablar con ella de su experiencia. Aquí os dejo su blog por si puede interesar a alguien (Worldsdiversity). También con Gordon fue muy interesante hablar. Dimos un paseo juntos por el río aprovechando el buen tiempo.

El puente Arslaganić de Trebinje

Después subí a una de las colinas de la ciudad a ver una iglesia ortodoxa bastante curiosa. Hay que decir que Trebinje se encuentra dentro de la República de Srpska, donde vive la gente que se siente serbia dentro de Bosnia. Todo está escrito en cirílico como en Serbia y son cristianos ortodoxos. También hay que decir que como Serbia, la República de Srpska es pro Rusia.

Una de las iglesias ortodoxas curiosas de Trebinje

Querría agradecer tanto a Jana como a Gordon por haberme acogido lejos de casa. Ánimo con vuestro proyecto y nos volveremos a ver algún día. Al día siguiente tocaba volver a poner rumbo hacia Croacia antes de cruzar hacia Montenegro. En Croacia tenía que pasar a buscar unos cubrezapatos que había pedido online y enviado a una tienda porque los míos se me rompieron unas semanas antes. También había que revisar la cubierta y la cámara de aire para ver el efecto del pinchazo. Camino a Dubrovnik y después de cruzar la frontera de nuevo hacia Croacia, las vistas desde arriba de la ciudad eran una pasada.

Vista del casco antiguo de Dubrovnik desde la altura

Dejé la bici en el taller para que le echaran un ojo y después salí a dar un paseo por la ciudad.

La bici recibiendo un poco de cariño en el taller en Dubrovnik

Por ahora ha sido la ciudad más turística donde he estado seguramente y en gran parte por culpa de Juego de Tronos. Es el precio a pagar, supongo. El puerto es muy bonito, eso sí.

El puerto de Dubrovnik conocido por todos

La ciudad está casi totalmente amurallada y ello le da un carisma que ninguna otra ciudad que haya visto tiene. Las murallas son gigantes pero durante el invierno están cerradas y no se puede subir, una pena.

Una parte de las enormes murallas de Dubrovnik

Aproveché para volver pronto al apartamento porque al día siguiente tocaba madrugar e ir a buscar la bici y una etapa larga donde cruzaba a Montenegro. Eso sí, aproveché para disfrutar de la puesta de sol  observando las varias islas cerca de Dubrovnik desde la terraza. Respecto a la bici se cambió la cadena después de 1800 km y se le puso líquido para prevenir los pinchazos por si acaso, asegurando así poder llegar a Grecia/Turquía con las mismas cubiertas. El resto estaba en muy buen estado. El mecánico un fenómeno, lo recomiendo, Dubrovnik Bike Adventure Shop (DBAS).

Puesta de sol con varias islas de fondo

En total estuve 10 días en Bosnia y fue el primer país donde vi un poco de choque cultural respecto a lo que estava acostumbrado. Me gustó incluso más de lo que creía y sé que volveré en un futuro, tanto por el lado naturaleza como por el lado cultural y sus gentes. Me sentí como en casa y la verdad es que a parte de en Italia es la primera vez donde me sentí así. 

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