Montenegro: paraíso natural masificado

Después de ir a buscar la bici a la tienda de bicis en Dubrovnik, salí hacia Montenegro. Salir de Dubrovnik es un rompepiernas con mucho tráfico. En una zona más tranquila avisté un faisán que huía de mí y las pintas que llevo. 

Un faisán huyendo de mí

El neumático perdió un poco de aire pero el líquido antipinchazos hizo su trabajo. Poco rato después tuve que volver a subir para llegar a la frontera con Montenegro, que fue bastante fácil de cruzar. 

Cruzando hacia Montenegro (Crna Gora)

Después de la frontera una larga bajada hacia a la costa. Paré en Herceg Novi y la verdad es que me decepcionó un poco, quizás pasé demasiado rápido. Eso sí, compré  la tarjeta SIM de Telekom que me serviría posteriormente en Albania y Macedonia del Norte también. El precio fue de 10€ por 15 días y 500 GB, una cifra que es imposible de alcanzar ni con 3 vidas paralelas. 

Después seguí por la costa hasta Kamenari para coger el ferry y cruzar la bahía de Kotor. En invierno solo cruza gente local, así que me dejaron subir sin pagar.

En el ferry cruzando la bahía de Kotor

Tocaba apretar un poco ya que la zona de la bahía donde dormía era de umbría debido a las montañas que la rodean y hacía mucho frío ya a las 5 de la tarde. Por suerte, encontré una habitación bastante bien de precio.

La bahía de Kotor al atardecer

Al día siguiente tocaba otra etapa larga cruzando todo Montenegro por la costa y con mucho desnivel. Pronto por la mañana salí hacia Kotor y visité un poco la ciudad que es bastante bonita. 

Una casa característica de Kotor

La catedral con las imponentes montañas de fondo impacta bastante y recomiendo mucho visitar la ciudad aunque sea bastante turística.

La catedral de San Trifón en Kotor

Saliendo de Kotor tocaba subir bastante pero por suerte la subida fue relativamente suave y constante. Además, las vistas eran espectaculares cada vez que giraba la cabeza.

Las vistas de la bahía de Kotor desde la altura

La subida se acabó en un pueblecito desde el que empieza la famosa serpentina de Kotor que no hice, porque con tanto peso hubiera sido una mala idea. Eso sí, las vistas de la bahía son increíbles y recuerda a algunos lagos de Suiza. En lo alto de la subida me crucé con un rebaño de ovejas que descansaban en la sombra, incluidos los cabritos.

Un cabrito y su madre descansando en la sombra

Siguió una bajada preciosa seguida de una subida bajo un sol de justicia para llegar a la ciudad de Budva. Di una vuelta por el casco antiguo que está amurallado y que se puede visitar en una hora como mucho. Es bonito pero comparado con otros que vi en Croacia me decepcionó un poco.

El casco antiguo de Budva

Camino de Bar hay muchas zonas de apartamentos nuevos, algunas de les cuales son bastante curiosas.

Los extraños apartamentos del litoral de Montenegro

Otros tramos tienen un poco más de encanto, sobretodo éste con sus peculiares formaciones rocosas estratificadas.

El litoral cerca de Budva y sus formaciones estratificadas

Siguiendo hacia Bar, lo más destacable es la isla de Sveti Stefan que según me comentaron es privada y hay que pagar para poder acceder, aunque no lo comprobé de primera mno.

La isla de Sveti Stefan

Después de un día con muchas subidas y pendientes bastante elevadas conseguí llegar a la ciudad de Bar donde me acogían Igor y Oxana y su perro Chucky. Él ruso y ella ucraniana.

La iglesia de San Jovan Vladimir en Bar

Me trataron genial desde el principio incluso habiendo una barrera linguística, pero Igor hablaba inglés y Oxana italiano, así que nos entendimos todos. Ellos, como tanta otra gente, se han ido de Rusia a causa de la guerra. Se conocieron antes de la guerra y vivían juntos en Moscú, desde donde cogieron el coche y fueron primero a Albania y ahora Montenegro. Su objetivo es llegar a España, pero la verdad es que no lo ponen nada fácil para la gente que huye de la guerra, sobretodo para los rusos. Espero que lo consigan y puedan rehacer su vida porque se lo merecen.

Compartimos mucha música y me lo pasé genial. Al día siguiente hicimos una selfie para el recuerdo antes de continuar hacia Albania.

Selfie con Igor, Oxana y Chucky

Tocaba cruzar la frontera hacia un país desconocido que tenía muchas ganas de descubrir. Decidí darme un homenaje y comer una buena pizza antes de cruzar hacia Albania.

Pizza bien merecida antes de cruzar hacia Albania

Solo estuve 2 días enteros en Montenegro y la verdad es que al nivel paisajes me gustó mucho. Me hubiera gustado poder descubrir las montañas del norte, pero hacía demasiado frío. Volveré en un futuro para conocer más sobre la historia del país, que me quedé con ganas. Recalcar pero que está bastante masificado y eso le quita un poco de encanto. Demasiados apartamentos y segundas residencias para mi gusto, pero vale la pena descubrirlo!

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