Macedonia del Norte: iglesias y naturaleza

Después de cruzar la frontera parecía que la carretera no mejoraba mucho respecto a las carreteras albanesas. La bajada fue una pasada y los últimos 25 kilómetros bordeando el lago hasta la ciudad de Ohrid se hicieron muy largos. Después de más de 90 kilómetros y 1300 metros de desnivel positivo tocaba celebrarlo y esta vez lo hice con una taza de chocolate caliente. Había cogido un apartamento para descansar y cobijarme de la lluvia de los próximos días. Ésta no se hizo esperar y aquella misma noche se puso a diluviar. 

Organizando las alforjas encontré el billete de tren de Mostar a Sarajevo que parecía más bien de la URSS de los años 80 o 90 que no del año 2023. 

Billete de tren Mostar-Sarajevo

Al día siguiente estaba tan cansado que me desperté a las 12 después de 11 horas de sueño. Se pasó todo el día diluviando y solo salí para almorzar y cenar. Para cenar decidí que iría a la única pizzería que tenía buena pinta de toda la ciudad (Prova pizza), y es que la pizza en general no es el punto fuerte de los Balcanes. El propietario del local, Marco, resulta que era del Veneto en Italia y tenia familia de origen macedonio. Decidió abrir una pizzería en Ohrid y otra al borde del lago viendo que el negocio de la pizza estaba bastante flojo por esta zona. Se interesó mucho por el viaje y le estoy muy agradecido, nos volveremos a ver en el futuro seguro.

La pizza con cara y ojos hecha por Marco

Al día siguiente por fin paró de llover y pude ir a dar un pasaeo por la ciudad. Las vistas del lago son preciosas.

Paseando al borde del lago Ohrid

Varios tramos son de acantilado y le dan una atmósfera especial a la ciudad.

Rincones idílicos del lago Ohrid

Las iglesias ortodoxas no tardaron en hacer acto de presencia, y es que la ciudad está llena. Algunas situadas en enclaves privilegiados com la de San Juan Kaneo.

La iglesia de San Juan Kaneo y sus vistas

Algunas de ellas rodeadas de ruinas de una antigua basílica cristiana, com la San Pantaleón situada en el «Plaoshnik» creada por San Climente y donde se enseñaba en antiguo eslavónico que se escribía tanto en alfabeto cirílico com en alfabeto glagolítico. Fue destruida por los musulmanes y reconstruida en el siglo XVII.

La majestuosa iglesia de San Pantaleón

Y otras muy antiguas como la de Santa Sophia que data del siglo XI en su mayoría.

La iglesia de Santa Sophia y sus columnas con grabados helicoidales

Camino a la parte alta de la ciudad seguía encontrándome iglesias en cada rincón.

Patio de una de las iglesias

Y por fin divisé el castillo en el horizonte con la bandera de Macedonia del Norte. La verdad es que se agradece viajar fuera de temporada, ya que durante el verano la ciudad debe de estar hasta arriba de turistas y debe de perder bastante encanto.

Las vistas del castillo de Samuel

Decir que hay un conflicto burocrático entre Macedonia del Norte y Grecia respecto al nombre de la primera. Grecia prohibe que se llame solo Macedonia, ya que considera que el nombre Macedonia hace referencia a las províncias del norte de Grecia que tienen este nombre.

Paseando por las callejuelas hacia el castillo de Samuel

La influencia de la antigua Yugoslavia todavía se puede ver hoy en día por las calles de Ohrid, por ejemplo con la marca de coches Yugo, que deja claro su origen.

Un coche Yugo por las calles de Ohrid

También me gustaría destacar los billetes de Macedonia del Norte y lo bonitos que son en mi opinión, comenzando por el billete de 10 dinares macedonios. Billete que tiene un animal que sería importante más adelante durante mi estancia en Macedonia.

El billete de 10 dinares macedonios

Seguido por el billete de 50 dinares.

El billete de 50 dinares macedonios

Continuando con el de 200 dinares.

El billete de 200 dinares macedonios

Y acabando con el de 500 dinares.

El billete de 500 dinares macedonios

Al día siguiente tocaba volver a coger con ganas la carretera y me esperaba otra etapa de montaña dura. Salí de Ohrid hacia el norte con dirección Resen y el primer puerto del día era el de Vukovo de casi 1200 metros de altura, donde vi la pegatina de Cheng de 50aldia, que me sirvió de inspiración antes de salir y me dio buenos consejos.

El primer puerto del día, el de Vukovo

En la cima, las vistas eren increíbles y había muy poco tráfico, hecho que sumado al buen estado de la carretera me permitieron disfrutar bastante del ascenso.

Viñas por encima de los 1000 metros de altura

Eso sí, hacía mucho frío, unos 5 grados de máxima y a esa altura se notaba. Se puede comprobar con las nubes lenticulares que me acompañaron durante todo el día y que parecen tener forma de ovni.

Nubes lenticulares que recuerdan un OVNI

Después de la bajada tocó volver a subir esta vez con el lago Prespa como telón de fondo.

Las vistas de la subida con el lago Prespa de fondo

El segundo puerto se hizo un poco más duro sobretodo por el sol que picaba a las 3 de la tarde. Por suerte una pareja de galeses (Patrick y Alice) que viajaban con su furgoneta me alegraron la subida y después de parar un rato a media subida me regalaron dos naranjas. Todo el mundo que me encuentro va en sentido contrario, coincidencia o mala suerte?

El segundo puerto del día

Después de la segunda bajada glacial llegué a Bitola, donde di un paseo por la ciudad. Esperaba algo más, pero la torre del reloj y las callejuelas del mercadot eran bastante curiosas. Cogí otra habitación barata para descansar y continuar con fuerzas al día siguiente para cruzar hacia Grecia, donde Ari vendría a verme unos días.

La torre del reloj de Bitola

Al día siguiente empezaba todo con mala pinta, una carretera en mal estado y mucho viento en contra. En la frontera volví a ver pavos reales, pero esta vez no en los billetes sino en la vida real. Se querían despedir de mí antes de que cruzara hacia Grecia.

Pavos reales despidiéndose de mí en la frontera con Grecia

Mi periplo por Macedonia del Norte fue bastante corto pero me quedé con ganas de ver más y poder conocer más sobre la gente local y la cultura. La naturaleza es espectacular y la gente muy simpática. Espero poder volver pronto y poder disfrutar de nuevo del lago Ohrid y su belleza.

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